Por Luisa Lores |
El Banco de Alimentos está controlado por La Fundación Lealtad, en manos de la
gran banca y de las grandes empresas que han arruinado las arcas públicas.
Decenas de miles de españoles no han podido hacer frente a sus hipotecas
firmadas con las cajas de ahorros, cuya gestión fraudulenta supuso el desahucio
de muchas familias.
Estas cajas de ahorros, tras ser rescatadas con miles de millones de euros
de dinero público, han sido regaladas a la gran banca, junto con las viviendas
hipotecadas, cuya venta negocian con fondos de inversión que no cotizan en
España.
La contribución de las grandes empresas a la sostenibilidad de nuestros
servicios públicos es por lo demás mínima, gracias a su negociación secreta con
el actual presidente de la comisión europea Jean Claude Juncker, cuyo objetivo
declarado era evitar el pago impuestos en España y cotizar, con enormes
reducciones, en el paraíso fiscal de Luxemburgo.
Este desfalco a las arcas públicas está en el origen de los recortes y del
incremento del paro, y de los copagos y el desmantelamiento y privatización de
nuestro sistema sanitario, nuestros servicios sociales y nuestro sistema
educativo.
Las familias desahuciadas se ven forzadas a alimentase en comedores
sociales, atendidos por miles de voluntarios españoles, que sirven los
productos conseguidos gracias a la solidaridad de las personas que aún
mantienen su trabajo, cada vez más precarizado.
Esta colecta está gestionada por el Banco de Alimentos,
vinculado al gran capital y controlado por La Fundación Lealtad,
en manos de la misma gran banca y de las grandes empresas que han arruinado las
arcas públicas. Su colaboración con estas ONG les permite incrementar, aún más,
su desgravación fiscal.
El patronato de la fundación Lealtad lo forman la constructora OHL,
el presidente de Bankinter, el Banco Santander,
Mutua Madrileña, Inditex, telefónica
y PWC y buena parte de los presidentes de los bancos de
alimentos de España están vinculados al Opus Dei, según la
organización “Redes Cristianas”.
En un solo año el Banco mueve varios cientos de millones de euros en
alimentos comprados por los ciudadanos, sobre todo en hipermercados y grandes
superficies, que de esta forma no necesitan costear la destrucción de sus
excedentes. Actualmente el Banco solicita preferentemente comida precocinada,
demasiado rica en grasa saturadas, hipercalórica y escasamente nutritiva, para
dar salida a estos productos poco saludables, especialmente para los niños, y
cada vez más denostados.
La oligarquía española ya nos ha quitado casi todo. Ahora
ha descubierto el negocio de las ONG, que además de gestionar nuestra
solidaridad a base de voluntariado sin sueldo, permite desgravar impuestos y
sembrar su ideología.
Solo la población podrá recuperar los derechos de la ciudadanía,
donde los de siempre promueven caridad rentable y casposa.
María Luisa Lores Aguín (médico radióloga del Complejo Hospitalario de Pontevedra).
Fuente: nuevatribuna.es
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